sábado, 6 de abril de 2019

Aquella foto, aquel apretón de manos


Historia de una foto 

se titulaba esta entrada, la que, acompañada por esta foto, cuenta lo siguiente:

 
Sandra Pien saluda a Jorge Luis Borges, luego de un reportaje realizado en su casa de la calle Maipú, el 18 de octubre de 1979, uno de esos tantos días en los que no le habían entregado el Premio Nobel a Borges. Crédito fotográfico: Marcel Ives Martin 


Era 1979, yo tenía 19 años. Hacía pocos meses que era pasante en la agencia de noticias Télam. Y así lo escribí:


Les cuento qué pasó en ese reportaje: resulta que me daba bastante vergüenza tener que ir a preguntarle a Borges qué sentía al no haber ganado otra vez el Premio Nobel. Yo ya sabía quién era Borges, el escritor que más admiraba, y que además, años antes, durante el secundario, una profesora de literatura nos había llevado a que lo escucháramos dar literatura inglesa en la vieja sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la calle Viamonte. Pero mi jefe de redacción de la agencia Télam fue explícito: ir por la mañana con el fotógrafo a Maipú 994, 6° B, el departamento donde vivía Borges con su mamá y la empleada Fanny, y traer una prueba explícita de que la foto era de ese día. En ese momento el servicio de una agencia de noticias era fundamental y tanto la nota como la foto se distribuirían a todo el país y el exterior. Al avezado reportero gráfico y querido amigo, el francés Marcel Ives Martin, que había cubierto por ejemplo notas en las guerras de Indochina y en Argel, eso no pareció preocuparlo. Me dijo -con pronunciación francesa- decámelo a mí, nena. Y descolgó de la pared uno de esos tacos bien de oficina o de redacción, de esos al que se le retira una hoja cada día y ya casi no existen, en el que figuran -como se ve en la foto- el día y el mes. Lo pegó en un cartón grande y rojo que encontró por ahí y lo guardó en su bolso de fotógrafo entre las cámaras de fotos. Y allí fuimos. Cerca de las 9 tocamos el timbre y subimos. Nos hicieron pasar a ese pequeño living donde un impecable Borges nos recibía así de sonriente, como se lo ve en la foto. Le pedí mil disculpas por tener que ir a preguntarle esa estupidez, pero se rió y lo festejó. Y me dijo que lo tomaba como un sportman, usó esa palabra. Contó luego que el día anterior en la calle, allí en la esquina de Maipú y Paraguay, un taxista lo saludó tocando la bocina y le gritó con ánimo futbolero: Vamo, Borges, que mañana ganamo!!! Cuando lo contó, nos reímos mucho los tres. Luego le pregunté alguna cosa más de circunstancia, aproveché para decirle que yo escribía poemas, me invitó a que fuera a leérselos una tarde y amablemente se dejó fotografiar. Salí flotando, la sonrisa me duró mucho. Recuerdo ese feliz día y todavía sonrío.




2 comentarios:

  1. Mejor homenaje imposibilidad
    Sos una Genia
    Que orgullo
    Seguro que la sonrisa aún hoy 24 de Agosto de 2020 la tendrás igual
    Yo, de curiosa, quién fue esa Sabia Profe ....
    Nah. Como curiosa nomás

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    1. Esa sabia y querida profesora se llamó Elvira B. de Meyer, me enseñó literatura y mucho más en los años del Colegio Nacional de Buenos Aires y a quien le dediqué uno de mis poemarios, el que se llama Aquí no duele.

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